Dulce Perdición | Capitulo 1

<Pi...Pi….Pi….Piiiiiiiiiiiii….>

Kimberly alzó la mano en dirección de su mesilla, luchando contra su sábana que impedía la labor de su mano. A oscuras y sin mucho cuidado agarró su móvil con la intención de apagar su despertador pero no estaba en su mesilla, así que con todas las fuerzas que tenía - que eran bien pocas- se movió hacia el borde de la cama para que su brazo llegará al suelo, ya que si su móvil no estaba en la mesilla tenía que estar en el suelo, pero no estaba, ¿donde leches esta el maldito móvil? pensó cuando de repente la sonora y molesta alarma dejó de sonar, giró sobre la cama y se encontró con una oscura mata de pelo al lado derecho de su cama -¿Quién...? - logró murmurar con un hilo de voz, mientras que a toda prisa se salía de la cama hacía afuera, para tener perspectiva de la habitación. Al salir de la cama notó una brisa fría entre sus piernas, bajó la mirada e iba puesta solo con una camiseta, sin nada debajo y para ser peor la situación no era suya. Alzó la mirada hacía el extraño rubio de la cama, pero a medida que alzaba la mirada se iba fijando que aquella cama no era la suya y la habitación tampoco era su habitación. Cuando su mirada llegó al extraño de la cama, se fijó en la cara de guasa que ponía aquel. ¿donde estoy? se preguntó, pero antes de que lograra decir nada aquel extraño rubio se levantó de su cama y salió de la habitación sin decir una palabra pero sí repasandola con la mirada una y otra vez, Kimberly se sentía cada vez más confusa.

Al estar sola se sentó en la cama, le dolia tanto la cabeza que no lograba pensar con claridad, sentía que una manada de elefantes le hubiera pasado por encima,o mejor dicho que hubiera cogido la noche anterior una buena cogorza con sus amigas, no sabía cual de las dos opciones era peor, suspiró, no recordaba lo que había hecho, lo ultimo que recordaba era como estaba hablando con sus amigas en un restaurante mientras decían de ir después a una discoteca, ¿por que no recordaba nada mas?. Confusa a mas no poder, buscó su ropa y al encontrarla se vistió lo mas rápido que podía, quería largarse de allí lo antes posible, por eso al acabar de vestirse salió por la puerta lentamente con la esperanza de no encontrarse con aquel desconocido, ya estaba muerta de la vergüenza por haber pasado la noche con un desconocido para ahora encontrárselo a la cara. La casa era luminosa y blanca, bonita y moderna, le gustaba, pero decidió ignorar el bonito y gran pisazo en el que se encontraba y se dispuso a buscar su bolso, no le importaba su aspecto pero estaba segura de que su cabello negro como noche, los tendría no enredado si no lo siguiente, pero sin mucha delicadeza agarró su larga melena y se hizo un moño alto, aun sabiendo que su pelo se enredaría mas.
No se encontró con el macizo rubio y lo agradeció, sería bochornoso, así que decidida a buscar su bolso, se adentró en el pisazo, mientras lo buscaba con la mirada, no lo veia, y ella quería largarse de allí, al encontrarlo, una sonrisa asomó en sus labios, lo agarró y dispuesta  a largarse de aquel lugar buscó la salida, abrió la puerta y cuando estaba abriendo la puerta una voz grave la hizo voltearse.

- Te olvidas esto- dijo el macizo rubio, alzando la mano

Al darse la vuelta se encontró de frente con un macizo con todas las letras dichas, alto, casi le sacaba una cabeza de altura y eso que ella no era bajita, con un pelo rubio oscuro totalmente revuelto, ojos marrones miel que reflejaban una guasa tremenda, con unos labios carnosos que formaban una increíble sonrisa que dejaban entre ver unos dientes casi perfectamente blancos, que si fueran mas blancos cegarían a cualquiera, y si ademas se le añade un cuerpo que hace que a una chica le tiemblen las piernas y ademas sin camiseta  y solo con unos pantalones negros de chándal que le quedaban increíblemente sexys, dejaron totalmente a Kim sin palabras, y al darse cuenta que se había quedado con la boca abierta, la cerró al instante, pero no podía apartar la mirada del macizo que la miraba intensamente, de repente le lanzó su movil y Kim quitando las ideas pervertidas que aparecieron inconscientemente en su mente lo agarró al aire, y mirandole de nuevo, salió sin decir una palabra de aquel piso, porque si seguía un segundo mas delante de el se lanzaría sobre el como una fiera en celo, y ella no era así, para nada, ella no hacía cosas como emborracharse y acostarse con un extraño, no, no lo hacía. De alguna forma desconocida llegó a la calle, de su mente no salía la imagen del macizo rubio que la ponía como ningún hombre la había puesto antes, pero queriendo olvidar aquello y irse a su casa lo mas rápido posible se encaminó por la calle en dirección hacía el metro, cuando mas lejos de ese lugar, mas fácil se le haría pensar con claridad.

Una hora después, ya en su casa dejó caer el bolso sobre la mesa y se fue a dejar caer sobre su cómodo sofá cuando el teléfono sonó, lo cogió

- ¡Cuenta!- exigió una voz femenina al otro lado del teléfono, que Kim identificó como Sonia nada mas cogerlo
- ¿El qué?- respondió Kim, se imaginaba a que se refería pero quería que ella se lo confirmara
- La noche de desenfreno con el rubiales
- ¿El Macizo? - inquirió ella queriendo estar segura al cien por cien de que hablaban del mismo rubio
- Chica, decir macizo es quedarse corta para referirnos a ese monumento- dijo riendo
- Si te soy sincera Soni, no me acuerdo
- ¿Qué no te acuerdas de qué?- inquirió su amiga
- De nada
- ¿Nada de qué?- volvió a preguntar su amiga
- De lo que pasó con el macizo rubio- respondió Kim mientras se sentaba en su sofá y suspiraba
- Me estás diciendo que por una noche que decides soltar tu melena negra, con un impresionante monumento, ¿no te acuerdas?
- Eso mismo Soni
- Dios amiga, que desperdicio, porque estoy segura de que aquella noche que debiste pasar tuvo que ser inolvidable a pesar de que la as olvidado- dijo con guasa
- Dios Soni, que esta mañana me desperté toda desnuda en su cama, y casi me da un infarto, porque te juro que no tenía ni idea de quien era el, ni donde estaba- murmuró
- ¿Al menos recuerdas su nombre, o tienes su numero de teléfono?- preguntó curiosa
- No- murmuró- de ayer lo ultimo que recuerdo era la cena en el restaurante, por dios, Soni, dime que bebí anoche, porque nunca antes me había levantado con tal resaca
- Pues no se decirte Kim, porque en la cena como siempre te tomaste tu Coca Cola Zero, y después en aquel bar de copas, te dejaste llevar por las copas y a las horas de vi bailar con el monumento y poco después dándote el lote con el, y luego yéndote con el, no estaba segura de si detenerte o dejarte disfrutar de una noche de buen sexo, porque estoy segura de que llevabas sin pasar una noche como esa desde hacía mas de un año, desde aquel indeseable que...
- Ni lo menciones- le cortó Kim, no quería recordar aquella horrible etapa de su vida
- Por supuesto, ese hombre ya no existe - dijo Sonia con una sonrisa en sus labios
- Ni existirá- respondió Kim, también con una sonrisa en sus labios
- Pues, chica, es una pena que no recuerdes el nombre del monumento
- No sabría decirte, si no recuerdo lo que pasó puede ser porque no es tan bueno en la cama como lo aparenta- rió
- Puede que tengas razón- respondió Sonia riendo - aunque ese hombre parece una bomba sexual
- Cierto- coincidió Kim, para que negarlo- Antes de irme por patas de aquella casa, apareció detrás de mi sin camiseta y con un pantalón de chándal, que dios, por poco no me lanzo sobre el para comérmelo entero- dijo riendo
- ¿Tú? ¿Lanzándote como una loba sobre un hombre?- inquirió Sonia riendo- Pues ese hombre tiene que estar mas bueno que el pan
- Lo estaba
- Kim, oye he de dejarte, que mi pelirrojo solicita mi presencia
- Disfruta
- No lo dudes- rió Sonia
- Besos- se despidió Kim
- Nos vemos mañana - murmuró y colgó

Kim dejó el teléfono sobre la mesa, y decidida a quitarse del cuerpo el escalofrío que aun le recorría al recordar al macizo rubio, se cambió de ropa por unos pantalones cortos, un sujetador de deporte, una camiseta verde de tirantes que dejaba a la vista el tatuaje de su omóplato, unas buenas deportivas y ahora con el pelo bien peinado y desenredado en una coleta, agarró su MP3 sus llaves, y salió de su casa en dirección al retiro para correr un poco.

A la semana siguiente de aquella noche de descontrol que Kimberly tubo, ya se había olvidado totalmente de lo ocurrido o eso le gustaba pensar, ahora Kim tenía que centrarse en su trabajo y en su vida. La empresa de su familia, una empresa que organiza eventos, catering, etc. PSanders, fundada hace 30 años por sus padres en Los Angeles, y que poco después de que ella naciera se expandió a España, el lugar donde creció y vivió y la cual sucursal dirigían sus padres, aunque como su padre siempre se encontraba yendo y viniendo, al final sus padres volvieron a los Angeles y dejaron la sucursal en España a manos de su socio y mejor amigo Drew, y en la cual se encuentra Kimberly, trabajando junto a Sonia, su mejor amiga  y ayudante, las cuales se encontraban comiendo en un VIPS, celebrando que la organización de su ultimo trabajo no había salido bien, si no perfecta y como siempre se iban a comer a un VIPS a celebrarlo.

- Como siempre te digo, Kim, llevas la organización en tus venas- rió Sonia
- Lo que tu digas Soni, se me da bien organizar eventos, pero otras cosas no- sonrió Kim
- Sabes que para cuando me case tu la organizarás, ¿no?
- ¿Tu? ¿Casarte? - se mofó Kim- Pues que conste que te lo cobraré muy caro
- Venga ya- se quejó Sonia
- Es broma- rió Kim- sabes que te cobraré lo normal que se suele cobrar en la empresa, yo no mando, lo sabes
- Solo me mandas a mí- se quejó en broma Sonia
- Lo que tu digas- murmuró riendo Kim, mientras veía como el camarero les traía su comida

Sonia y Kim comieron entre risas y charlas, y al acabar volvieron al trabajo cogiendo el metro, que era mucho mejor que coger un coche en hora punta en Madrid y así se ahorraban el dineral de gasolina. Al llegar, Kim se dirigió a su despacho, dejando a Sonia en su mesa de al lado,  Kim era su jefa aunque se trataban como iguales. Kim se sorprendió a encontrarse a Drew dentro.

- ¿Qué haces aquí Drew?- Preguntó algo confusa, normalmente no le visitaba, si no mas bien era al contrario
- ¿Ya no me llamas Tío Drew?- dijo el con una sonrisa que se la contagió a Kim la cual también sonrió- Tengo un nuevo trabajo para ti, he venido a decírtelo en persona, - dijo, ahora serio- es un encargo importante Kim, pero se hará en Los Angeles, tus padres me han puesto a cargo a mi pero yo ya tengo otras cosas importantes aquí, por eso te hago cargo a ti junto a tu ayudante
- ¿Pero si es en Los Angeles por que no se ocupan papa y mama?- Preguntó ella, confusa y sorprendida
- Por que tus padres tienen entre manos algo aún mayor y el nuevo encargo es algo con mucha categoría he importante para la empresa, por lo que no podían dejar a cargo a cualquiera, y me lo pidieron a mi pero como ya te e dicho yo no puedo por lo que te hago a cargo a ti
- ¿Y de que se trata?- preguntó ella totalmente curiosa
- Es algo que tiene que ver con la industria de la música, no se mucho mas, tenía que viajar a Los Angeles para reunirme con tus padres para que me explicarán los detalles, pero como ya te he dicho no puedo, ya he informado a tus padres, y les he dicho que te lo iba a proponer porque eres digna del apellido Sanders, llevas esto en tu sangre, eres la mejor de aquí y ellos lo saben- Kim se sentía alabada, y sentía que se ponía algo roja, a lo que Drew al darse cuenta sonrió- Entonces que aceptas ¿o no?
- SI- se escuchó una voz por la puerta, ambos se giraron, era Sonia con una sonrisa increíble en sus labios
Kimberly rió y Drew la miró con el ceño fruncido, lo que hizo que Kim riera
- Claro que acepto- dijo Kim y abrazó a Drew
- Me alegra saberlo, ya lo daba por hecho- rió Drew aceptando su abrazo
- Bueno tio, ¿cuando tenemos que irnos?- Preguntó separándose de el y acercándose a Sonia que parecía mas feliz que nunca
- Cuando tu lo veas necesario, estamos a Jueves y el Lunes por la mañana tienes que reunirte con tus padres para hablar del encargo
- Perfecto- respondió ella- ¿Podemos tomarnos lo que queda de tarde libre, para prepararnos y organizar el viaje?
- Por supuesto -sonrió el- Tu padre me dijo que podías usar el avión de la empresa, aquí  tienes el numero del piloto para hablar con el- le tendió una tarjeta- llámalo lo antes posible para que el se organice
- Claro tío- sonrió mientras agarraba la tarjeta y agarraba su bolso- Pues tío, ya nos veremos- se despidió mientras se estiraba acercándose a el para besarle en la mejilla
- Por cierto, por lo que me a hablado tu padre, te aviso que probablemente el pedido sea largo, por lo que tendréis que pasar bastante tiempo allí
- Vale tío- sonrió y agarró unos papeles que tenía sobre la mesa
- Disfruta y no defraudes a PSanders - bromeó
- Nunca lo haría- soltó una carcajada mientras salía por la puerta del despacho y se juntaba con Sonia que ya la esperaba- No la líes mucho por aquí tio, que ahora que me voy no tendrás a alguien que te vigile- bromeó mientras se acercaba al ascensor- cuidate
- Adiós- se despidió Drew con una sonrisa
- Adiós jefe- se despidió Sonia cuando las puertas del ascensor se cerraban con ellas dentro
- Los Angeles- murmuró Kim contenta cuando el ascensor ya bajaba a la planta baja
- ¡Los Ageles!- chilló Sonia entusiasmada riendo

Kimberly estaba contenta, volvía a Los Angeles después de tanto tiempo. Horas después llamó al numero que su tío Drew le dio, para hablar con el piloto del avión de la empresa para hablar sobre ir a los Angeles, se desanimó un poco porque el avión tubo una avería y no se podía usar, por lo que después de informar a su tío y que el  le dijera que con el dinero de la empresa se compraran los billetes para su viaje, volvió a animarse, por lo que reservó un vuelo para las 8pm de la noche del Viernes, para así poder enseñarle durante el finde de semana su ciudad natal a Sonia.

Sonia dejó a su pequeño pelirrojo, así era como llamaba a su hijo de 6 años, porque su pelo era mas rojo que el regaliz, con su madre para que ella lo cuidara en su ausencia y Kimberly dejó a Dulce, su amado pastor alemán con su tío y al día siguiente a la 5 de la tarde, se encaminaron al aeropuerto contentas. Sonia estaba feliz porque nunca antes había salido de España, y ahora que por primera vez hacía un viaje como ese iba a ir a Los Angeles, estaba entusiasmada, y aunque sabía que era un viaje de trabajo, la esperanza de conocer a un guapo estadounidense que le quitara el aliento, no se la quitaba nadie. Kimberly, por su parte, no solo estaba entusiasmada por ver a sus padres después de unos años, si no que iba a ir a la ciudad donde años atrás pasaba los veranos con su familia, y vería a los locos amigos que tenía en aquellos lares, y estaba feliz por volver al lugar de su nacimiento, aunque ella se consideraba mas española que estadounidense. Su padre, un estadounidense de sangre y su madre una andaluza de toda la vida, eran sus padres, Max Sanders & Rocío Torres.
Nada mas entrar en el avión se dirigieron a la zona de primera clase, o como otras personas dicen Business Class, eran de las primeras en llegar y Sonia se sentó al lado de la ventanilla, y Kim al del pasillo, aquella zona era una zona espaciosa, y los asientos absolutamente cómodos. Después de dejar su bolso en el suelo a su lado se dejó caer sobre su asiento a la espera del despegue. A la media hora, ya estaban en altitud de crucero, lo que significaba que ahora podían caminar por el avión, pero Kim estaba muy cómoda por lo que decidió quedarse allí sentada, pero Sonia, no, ella quería levantarse por lo que lo hizo pero al instante se volvió a sentar y miró a su amiga, con una expresión que era mezcla de susto y sorpresa, Kim la miró asustada y con curiosidad

- Soni, no me asustes, ¿qué pasa?- preguntó preocupada
- Dios Kim, a que no adivinas quien hay a dos asiento mas atrás- murmuró Sonia

Kim se levantó para mirar donde su amiga le había indicado, y al fijarse allí, se sentó de nuevo en su asiento.

A dos filas mas atrás aquel desconocido rubio del cual no sabemos el nombre, las miró tan o mas sorprendido que ellas, reconoció a la pelirroja de aquella noche en el bar, pero al ver a la chica de pelo negro que no se iba de sus fantasías mas oscuras, se sorprendió como casi nunca en su vida ¿Qué hacía aquella allí? era lo único que se preguntó, pero se sorprendió al ver que volvía a su asiento como si no la conociera, aquello le dejó confuso, pero no tanto como aquella mañana en su casa cuando ella se largó de su casa sin mediar palabra con el, algo que en sus 29 años de vida no le había pasado, normalmente al día después de acostarse con una mujer, ellas les pedía su numero, pero la joven del pelo negro no.

La verdad es que el desconocido rubio no era la primera vez que veía a aquella chica de pelo negro, la primera vez que la vio, fue poco después de llegar a España mientras iba en metro, cuando la vio podría decirse que fue amor a primera vista, pero eso no era correcto, el no creía en el amor, así que para ser mas exactos lo que sintió en ese momento fue atracción a primera vista, era alta, delgada, pero no esquelética, si no que tenía bonitas curvas, pelo negro, que cuando se le reflejaba la luz parecía azul marino, liso con las puntas onduladas, con una piel blanca, ojos verdes dorados, nariz fina y recta, labios rosados y carnosos, todo en si le excitó, y antes de volver a la realidad en sus pensamientos la estaba siguiendo por la calle, ¿cuando había salido del metro? ¿y como era que la estaba siguiendo?,  aun mas confuso por sus actos irracionales, decidió volver al metro y dirigirse a su casa para aliviar la excitación con la que su cuerpo cargaba, pero para su suerte o mal estar depende de como se viera, se seguía encontrando en ella en el metro, en la mima linea, casi cada día, sobre la misma hora ¿destino o casualidad?, el desconocido rubio, entre las personas se dedicaba a observarla, aquella chica le atraía, y mucho, alguna que otra vez quiso acercarse a ella pero no se atrevió, ¿de qué hablaría con ella en el metro? eran desconocidos. Y fue así hasta aquel sábado, donde decidió ir a tomar algo a un bar de copas y allí la vio, con otras chicas una pelirroja y otra morena, y por primera vez la vio reír y le gusto su sonrisa, por lo que decidió que esa noche sin falta la hablaría, durante horas la observó hablar, reír y bailar, lo que le excitó, ya que ademas llevaba un bonito y cortó vestido negro dejando sus hombros y piernas largas al aire, realzando sus curvas y con su pelo oscuro suelto por la espalda, se sentía como un adolescente con las hormonas revolucionadas, lo que le molestó. Y cuando estaba sentado en la barra, sintió como alguien rozaba su brazo y una dulce voz pedía un vodka con coca cola, lo que le atrajo a mirar a la muchacha que acababa de rozarle y se quedo casi en shock al ver que era la chica de sus perversos pensamientos, cuando vio que iba a pagar se ofreció a pagarle la bebida a lo que ella acepto la invitación y le dedicó una asombrosa sonrisa, algo que hizo que se sintiera mas duro ¿que leches le pasaba?, cuando vio que se iba a dirigir al grupo con el que estaba, el decidió agarrarla del brazo, no pensaba perder la oportunidad y sin miramientos la devoró la boca, a lo cual ella se dejó hacer encantada al notar un escalofrío de placer por el cuerpo, el al sentir que ella pasaba sus brazos por sus hombros y le apretaba contra ella para profundizar aquel glorioso beso, decidió que nada ni nadie le estropearía aquella noche.

El desconocido de vuelta al presente, se sintió rechazado por aquella joven, de la cual solo conocía su nombre: Kimberly, edad: 25 y además cada rincón de su cuerpo que aquella noche se dedicó a alabar proporcionándole placer, a lo que ella gustosa acepto. Lo que no se esperaba era que al día siguiente después de aquella salvaje, apasionada y abrasadora noche, ella le mirara confusa, avergonzada, abochornada y arrepentida. Pero decidido a no pensar en eso, aunque la tentación estaba solo a dos asientos mas adelante, cerró los ojos, decidido a dormir y desconectar porque si no, no respondía ante sus actos, pero muy a su pesar su sueño fue sencillamente uno de sus oscuros pensamientos con aquella chica.

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