VX | Capitulo 2

No tengo tiempo para estar con ellos o pedir perdón por haber matado a su amigo... espera... no tengo porque hacerlo, su maldito amigo vino infectado y todo es por su culpa, además está el pequeño detalle de que ha intentado matarme. Les echo un último vistazo, no se si decir adiós o algo, así que decido no decir nada. Me volteo y comienzo a correr de nuevo hacía mi destino, el camarote. Esquivo un par de cadáveres tirados por el suelo, e incluso e estado apunto de darme un buen leñazo por culpa de la sangre. Es asqueroso, además de que el barco tiene un hedor a muerte que es repugnante. Veo un cristal grande en el suelo, puede servirme para atravesar o cortar carne, por lo que lo cojo, y sin pensarlo dos veces me corto la parte baja de la camiseta, haciendo que ahora se me vea el ombligo y uso la tela para cubrir la parte más grande del cristal para usarlo como mango y así no cortarme. Vuelvo a correr, y minutos después llego al camarote, todo está en silencio, y no me agrada eso, abro ligeramente la puerta y algunas de las luces están fundidas, sigo abriendo y solo veo sangre y más cuerpos pero nada parece vivo o ligeramente vivo. Entro, silenciosamente, y me dirijo hacia mi taquilla. Reconozco a la mayoría de los muertos, aparto la mirada.

Abro mi taquilla y agarro mi bolsa. Más que una bolsa es una mochila ligeramente grande, antes de colgarla agarro mi pistola, me la pongo en mi cintura y dos dagas que pongo en mis botas, cierro mi mochila y me la cuelgo del hombro. Con prisa salgo de la habitación y al cruzar el pasillo, algo tira de mí, me empotran contra la pared y me tapan la boca con una mano, antes de poder reaccionar me encuentro con la mirada azulada de Lauren, que tiene un dedo sobre sus labios indicando silencio. Asiento con la cabeza y me suelta, me señala a la izquierda, y lo veo, no se cuantos son, pero antes no estaban allí y yo necesito llegar hasta mis hermanos. Ignorando a Lauren me deslizo en dirección contraria, para ser más exactos a las cocinas, la otra forma de llegar hasta mis hermanos es por la maldita cocina. Antes de poder decirle nada, Lauren ya me está siguiendo.

Llegó a las puertas de las cocinas y entro sigilosamente. Sé que no tengo tiempo que perder, pero sé que si salimos con vida no sobreviviremos sin suministros, por lo que sin pensarlo entro y cuando veo que solo hay muertos, realmente muertos comienzo a inspeccionar armarios buscando comida y agua. Veo por el rabillo del ojo a Lauren haciendo guardia, vigilando. Encuentro algunas latas de comida, albóndigas, legumbres, carne, y algo de piña y melocotón. Pongo todo lo que quepa en mi mochila y decido buscar agua, botellas. Aunque ya tengo alguna en la mochila prefiero coger más. Encuentro varias, por suerte, llenas y cerradas, aun sin abrir. Sonrío levemente y cojo una bolsa de tela que hay a un lado que suele utilizarse para el pan y las meto dentro. Cuando me volteo para avisar a Lauren no está, no sé donde está, pero no tengo tiempo para preocuparme por ella, mi mente está centrada en mis hermanos. Salgo corriendo por la puerta que da al comedor. Veo a tres malditos infectados. Y sé que saben que estoy aquí por lo que con prisa, agarro un cuchillo de mantequilla, el primero que he cogido, lo lanzo con puntería y con toda la fuerza que mi brazo me lo permite al más cercano, se incrusta con fuerza en su cráneo, agarro otro y hago lo mismo, así hasta acabar con los tres.

Abro la puerta de la salida del comedor y me detengo, intentando escuchar si se acerca algo, o si hay algo cerca. No se escucha nada. Todo es tan silencioso que no me gusta. Comienzo a caminar, minutos después lo veo, un cuerpo que reconozco al instante, Me tapo la boca con ambas manos para no gritar. Pero eso no impide que mis lágrimas se derramen. Me acerco, aun sin creer quién es el que está en el suelo. Un gemido sale de mí, y un infectado que no había visto se da cuenta de mi presencia. Está sobre mi hermano, sobre Alvaro. Sobre su cuerpo sin vida, alimentándose. Otro gemido se me escapa, pero este es una mezcla de tristeza e ira. Pero antes de que le pueda atacar, una flecha le atraviesa la cabeza, alguien mas le ha disparado, pero no me importa el quien, Me acerco al cuerpo de Alvaro, y abro la puerta de al lado, en donde debería de haber estado escondido, con la esperanza de que a Dani no le haya pasado nada. Abro la puerta y le veo. Está en la esquina, escondido, sentado, con la cabeza oculta entre sus rodillas, llorando.

- Dani- Susurro

Me escucha, levanta la cabeza y sé que me reconoce a través de las lágrimas. Le tiendo la mano y le agarro. Comienza a balbucear sobre Alvaro, pero no quiero que hable, no ahora, no en un lugar tan peligroso. Comenzamos a atravesar por el barco buscando al salida mas cercana. Por los pelos hemos logrado esquivar a varios grupos de zombies, y a personas pidiendo ayuda, pero no puedo ayudarles, no ahora, no así. Esto no tendría que estar pasando, este era un lugar seguro. Minutos después salimos a cubierta y veo al grupo de culpables que trajeron al infectado matando a un grupo de ellos. Sin pensármelo dos veces y llevando a Dani agarrado a la correa de mi mochila, me acerco a primero que veo, no estoy segura de quién es porque veo rojo, pero sé que no es una mujer. Con todas las fuerzas que tengo le pego un puñetazo en la cara y sé que le he hecho daño porque gruñe y sangre. Y sin poder evitarlo grito, y no me importa.
- ¡Es vuestra maldita culpa!

No me importa si atraigo mas o no, No me importa sin mueren. No me importa lo que piensen de mí, yo no pienso preocuparme por ellos. Gracias a ellos han muerto muchas personas. Tienen sus manos manchadas.

Antes de que digan algo, o que el tipo me devuelva el golpe, me volteo hacía Dani, le beso la cabeza y comienzo a caminar. Tengo que llegar a los botes salvavidas. Estamos cerca de la costa, no sé la distancia, pero la veo, esta noche era cuando partiríamos y nos iríamos, algo que ahora no haremos. A dos metros de distancia se acercan un pequeño grupo de cuatro infectados, agarro las dagas. Una la lanzo al mas cercano. Cuando me acerco para cogerla, otro se me acerca y con la otra daga se la clavo, agarró la del cráneo que había lanzado con anterioridad y se la lanzo al otro, ahora solo queda uno, por lo cual le lanzo la otra que me queda. Me acerco y agarro mis dagas. Las limpio en mis pantalones y me las vuelvo a guardar. Le daría una a Dani, pero no es tan bueno como lo era Alvaro. Quiero llorar, sentir la tristeza por perder a mi hermano, pero se que no es tiempo para hacer eso, y parece que Dani ya llora por ambos.

Llego a las lanchas y no quedan muchas. Dani se mete en la que le señalo y antes de que comience a bajar, hago que todas las lanchas bajen. A pesar de que está mal, no quiero que el grupo de culpables tengan las cosas fáciles. La lancha de Dani comienza a bajar, y sin dudarlo salto. Se balancea y Dani se agarra a mi. Al llegar al mar, la suelto, pero antes de ponerla en marcha salto a las otras lanchas que están todas conectadas al barco por cables, las suelto y las inutilizo con la daga, todas y cada una. La lancha de Dani se a alejado varios metros pero no me importa. Salto al mar y nado a crol la distancia en poco tiempo. Siempre fui buena nadando. Al llegar, Dani sigue llorando. Le acerco a mí lado, y a pesar de que estoy toda fría y mojada no le importa. Pongo la lancha en marcha y comenzamos a avanzar hacia la costa, pero bajarse en plena ciudad no es seguro. Por lo que decido seguir por el mar de la costa hasta que divisamos un lugar seguro o nos quedemos sin combustible.

Me volteo levemente y veo al grupo de cabrones (como me a dado por llamarlos ahora) saltar desde cubierta. No sé qué harán, pero no me importa. La verdad es que ahora no se que haremos. Pero por mantener a Dani a salvo, haré cualquier cosa.

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