Origin | Capitulo 1

Las vistas desde la torreta de los centinelas es la mejor de la ciudad. Las torretas de vigilancias son las que tienen la mayor altura, para ser más eficaces a la hora de divisar algún enemigo fuera de los muros de Eden. Normalmente se tiene la entrada prohibida, pero sinceramente no me importa, normalmente no nos atacan a nosotros a menos que o estemos en medio o les ataquemos a ellos. Pero aunque nos atacaran lo harían por la noche, al menos unos lo harían por la noche… los otros lo harían por el día, pero no suelen hacerlo, nosotros no somos el enemigo, más bien somos un estorbo en el campo de batalla.

Mi abuelo, el antiguo señor de Eden solía contarme historias sobre cómo era el antiguo mundo, los prados, bosques, mares, las ciudades, los continentes … desde pequeña me fascinaba leer sobre el Antiguo Mundo. Era todo tan diferente a como es ahora, hasta que llegaron ellos y usaron la tierra como su campo de batalla. Han pasado 78 años desde que el mundo cambió, desde que centenares de especies animales se extinguieron, desde que la raza humana acabó en un caos y desde que el orden del mundo cambió.

Mi abuelo fue uno de los miles por no decir millones de supervivientes que hubo en el primer ataque. Aquellos seres, que algunos por las religiones tanto admiraban, casi destruyeron nuestro mundo, y ¿ahora? es solo un lugar entre medio en el cual luchar, cruzar espadas y matarse, destruyendo nuestro mundo a su paso.
Unos descendieron de la luz, otros de la oscuridad. Muchos dirían que los de la Luz son Ángeles y los de la oscuridad Demonios, pero ¿Qué gran diferencia hay entre ambos?, los que llaman Ángeles son sumamente hermosos, con los ojos claros como el cielo y las alas del blanco más puro, y ¿los que llaman Demonios? son iguales a los Ángeles, sólo se diferencian en varias cosas, sus alas son tan oscuras como el carbón, piel morena y ojos oscuros como la tierra, pero también son sumamente hermosos. O al menos así es como siempre los describen, yo aun no e visto ninguno ¿raro, no?, después de todo he nacido y vivido en un mundo invadido por ellos, pero eso es por la ciudad en la que vivo, la ciudad de Eden. En la Actualidad solo hay cuatro ciudades, de nuestro conocimiento, no sabemos si pasado el extenso desierto, montañas o el mar hay más ciudades. La ciudad de Eden se encuentra en la costa, es la ciudad principal de las cuatro que quedan, la más grande, más poblada y donde se encuentra la sede de los Vigilantes. También está la ciudad Beta, al nor-oeste de Eden, una ciudad que se encuentra en lo alto de la cordillera que protege nuestro territorio. Luego al sur-oeste se encuentra Omega, justo en la frontera con el desierto. Y por último la ciudad Alfa, al Este, en medio del mar. Yo nunca e salido de Eden, es la ciudad principal, y la ciudad que según mis padres, un día dirigiré yo. Pero sinceramente no me siento preparada para dirigir una ciudad, puede que dentro de diez o veinte años, puede, pero ¿ahora? no. Por extraño que parezca, a pesar del mundo en el que vivimos, lo único que quiero yo es explorar el terreno inexplorado por los nuestros, ya que nada es como era en el Antiguo Mundo.
Los que llaman demonios, tiene varias habilidades, entre ellas el control del fuego y de la tierra. Cuando llegaron quisieron crear un buen campo de batalla - o eso es lo que nos dicen- y modificaron la tierra, nuestro planeta, desafiando toda ley de la física, reagrupando los continentes, formando uno solo - que nosotros sepamos-. Claro está que no tardaron minutos, ni días, tardaron años, pero el planeta no es como ha sido con anterioridad, es diferente, y aún nadie ha logrado explorarlo lo suficiente para crear un mapa que pueda abarcar el mundo en la actualidad. Ese es mi sueño. suena a locura, lo sé, pero esa siempre a sido mi meta, no dirigir la ciudad como lo ha hecho mis padres.
El mando y control de la ciudad siempre a sido por herencia, como la monarquía, pero no hay reyes, no se usa ese título. Cuando todo era un desorden y había terror, mi abuelo junto a otras personas formaron Eden, cuando se volvió una ciudad que podría subsistir, las otras personas que le ayudaron a fundar la ciudad decidieron fundar las otras, Alga, Omega y Beta, las tres rodeando Eden y protegiéndola.

La verdad es que yo no quería tomar el control de la ciudad, aquella posición la deseaba mi hermana pequeña, ella la ansiaba con toda su alma y sé que me odiaba por aquella razón. Ella y yo eramos diferentes, yo soñaba con salir de estos muros y conocer mundo a pesar de lo peligroso que era ... y ¿ella?... Bueno ella quería ser la próxima señora de Eden, quería casarse con Lern, el hijo de una de las familias importantes de Eden, que parecía tener un enamoramiento por las plantas, y muy a mi pesar conmigo. Otra razón que ampliaba el odio de mi hermana.
Según mi madre ya tengo la edad para tomar la ciudad y dirigirla, pero yo sé que no es así. Por esa razón, desde hace tiempo planeo escaparme de Edén y de alguna forma vivir mi vida, la vida que siempre he deseado a pesar del peligro que nos acecha, pero si algo me sucede será mi culpa, y sé que no quiero vivir una vida sin arrepentimientos, y si me quedo, y soy la hija que mis padres quieren que sea, me acabaré odiando a mi misma tanto como mi hermana me odia, y me arrepentiré toda la vida.
La cuestión la llevo planeando desde que tenía dieciséis años y supe que no quería vivir entre los muros de Edén. Tardé mucho tiempo en encontrar un camino seguro para salir. Tenia planeado salir por los túneles, los cuales se comunicaban con las ciudades externas. Era más seguro viajar bajo tierra, pero los guardias eran muy minuciosos con la gente que cruzaba por ellos, y era complicado salir de la ciudad por ahí, necesitaba un plan, un buen plan. Después de investigar los túneles, los planos originales de la ciudad, descubrí varios túneles abandonados, de los primeros que se hicieron y que fueron cerrados. Algunos de ellos daban al exterior, no a las ciudades y aquel era el camino que debía tomar. Sabía que sería complicado pero era lo que deseaba. Por lo cual está noche era la que planeaba iniciar mi marcha, por fin iba a realizar mi sueño, pero...

...

La alarma de la ciudad comenzó a sonar, fuerte y sonora, interrumpiendo mis profundos pensamientos sobre mis planes. Me puse de pie en el tejado de la torreta de los centinelas y comencé a mirar a mi al rededor. Me di cuenta de que estaba anocheciendo, y me dejó algo descolocada, había estado en mis pensamientos mucho más de lo que había pensado. Fue en ese momento en el que lo vi, un movimiento en el cielo, rápido y fugaz... y yo era un objetivo fácil. Me puse en el borde del tejado y salte, agarrándome de la cornisa, me columpie y me tiré dentro de la torreta de un salto. Los tres centinelas se sorprendieron de verme. Parecían confusos, sin saber que hacer, parecían nuevos, lo que me cabreó, estaban ahí para vigilar y uno de ellos estaba sobre la ciudad.

- ¿Qué coño estáis haciendo?- exigí.
Agarré una de las armas y se la lancé al que parecía mas escuálido. Suspiré y comencé a bajar las escaleras de dos en dos, corriendo, hasta que parecía que tardaba siglos en bajar, por lo que opte por la opción rápida pero peligrosa. Salí por la ventana saltando sobre un tejado cercano y comencé a correr. Tenía que llegar a mi casa.
Seguí corriendo y saltando de los tejados, aveces subiendo a otros o bajando de otros. Con el paso de los años una le cogía el truco a hacer atajos en una ciudad entre muros.
Cuando llegué a mi casa, mi en lo alto del edificio los cristales romperse y me entró miedo. Baje por las escaleras del edificio, casi saltando a mitad de camino, cayendo sobre el suelo con una voltereta extraña. Pero antes de entrar en el edificio donde se encontraba mi casa frené y supe que aquel era el momento perfecto para irme, podría sonar cruel, pero no habría otra oportunidad mejor. Y aunque antes de que todo esto ocurriera planeaba irme esta noche, esto solo hacía que tuviera las cosas más fáciles.

Entré en el edificio, para dirigirme al sótano, agarré la mochila que había escondido bajo unas escaleras, con ropa, comida, agua, y lo más básico, además de algunas armas. En el sótano, abrí una trampilla medio oculta que descubrí cuando tenía ocho años y jugaba al escondite. Entré dentro del laberinto de túneles, pero ya me hacía aprendido el camino.

Minutos pasaron, llegó a ser horas, era una amplia distancia. Todo era silencioso y si soy sincera también era espeluznante. En cierto punto parecía que llegué a un callejón sin salida, hasta que vi la cuerda que caía de arriba. La agarré con fuerza y comencé a treparla. Parecía facil, pero poco a poco mis manos ardían de dolor. Los segundos pasaron a ser minutos, y a una eternidad hasta que llegue a un nivel superior de túneles, siendo solo una masa jadeante. Sin fuerzas. Pero continué, con lentitud, pero continué hasta que divisé una puerta, una gran puerta de hierro. Al llegar a ella, e intentar abrirla parecía atascada. Con el costado empujé con fuerza, una vez, luego dos y a la tercera se abrió y acabé en el suelo, sobre mi mochila mirando al cielo, jadeando por el esfuerzo agotada.

En ese momento supe que una nueva parte de mi vida comenzaba.

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