Las Princesas también nos cansamos de tanto cuento | Capitulo 1 | Parte 1

LEXIE

El silencio era brutal. Antes lo odiaba... Ahora lo adoraba. ¿Quien me hubiera dicho... A mí... Que ahora estaría así? ...
Pero no hecho de menos lo que tuve, si fuera así, se que tendría algún problema mental.

Hace dos noches, inicie mi nueva vida. Una nueva vida gracias a mi prima... Mi salvadora. Lena.

Mi nuevo apartamento es... ¿pequeño? Tiene un salón comedor, su cocina con una pequeña terraza, una buena habitación y un baño. Pero me gusta, todo lo que siento es nuevo... es diferente, y por primera vez, sentada en mi mullido sofá me siento cómoda... Me siento segura, y no me había sentido de esa forma en mucho tiempo.

Hoy fue mi primer día de trabajo, y no voy a negar que no estuviera nerviosa... estaba histérica. No llegué a acabar la carrera y agradezco a Lena todo lo que está haciendo por mí. El trabajo es en una guardería, y adoré cada minuto. Me divierte cuidar a los niños, siempre se me han dado bien... incluso mejor que los adultos. Es como recordar una pequeña parte de tu infancia. Cuando estás con ellos, recuerdas como era ser un niño que no tiene responsabilidades, problemas y que por lo único que se preocupa es por si otro niño le quita los juguetes.

Y la verdad es que no se me ha dado nada mal este primer día. He sido nombrada La susurradora de los bebés... bebé que lloraba... bebé que cogía... y bebé que se dormía. Y hoy, durante todo el día, cada vez que un bebé lloraba, me llamaban para cogerle.

Sonrío al recordarlo.
Es agradable ser nueva.
Es agradable que nadie sepa quien soy.
Es agradable que nadie conozca mi pasado.

Puede que sea raro, pero me hace sentir cómoda que nadie me conozca. Pero algo tengo muy claro, hombre que se me acerque... hombre que saldrá mal parado.

Una leve melodía comienza a sonar, sacando mi mente de los recuerdos y volviendo al presente. Girando sobre mi misma, sobre el sofá, busco el origen de ese hermoso sonido, pero no lo localizo. Me pongo de pie, y camino hacía la pared. El sonido sale de la pared, del apartamento de al lado, y por alguna extraña razón es sumamente triste. Es hermosa y triste. O bueno, esa es la sensación que me transmite.

Decido dar el día de hoy por finalizado, es tarde y mañana toca trabajar, y me apetece. Me apetece vivir mi nueva vida, porque así es como me siento ahora.

Libre.

...

El despertador suena. Sonoro y molesto. Odio el despertador. Odio madrugar. Gruño bajo mi sábana y saco el brazo de susodicha... pero la sábana es persistente y me impide seguir el camino. Mi mano lucha en una feroz batalla contra la sábana, hasta que por fin la sábana cede y mi mano es liberada.
Mano 1 - Sábana 0

Golpeo todo lo fuerte que puedo el despertador para pagarlo... pero mis fuerzas recién levantada no son muchas por lo que mis instintos sobre destrozar el despertador se ven menguados. Me levanto sin mucho glamour de la cama. Mayormente parecía una ballena varada en la costa... balanceando mi cuerpo hasta levantarme. Estiro mi cuerpo todo lo que puedo mientras camino hacía la cocina. 5 pasos. Desde la puerta de mi cuarto hasta la cocina. Al entrar me doy cuenta de que hace calor. Mucho calor. Y mucha luz. Demasiada luz. Gruño de nuevo, me pongo la mano en forma de visera he intento enfocar mi mirada. La puerta de la terraza está abierta y la luz del sol entra de lleno en la cocina, cegando mis ojos a cada segundo que pasa. Descalza, camino hacía la terraza, y con toda la rabia de venganza por mi leve he instantánea ceguera, cierro con un portazo. No soporto el sol. No me gusta. Nunca me veréis tomando el sol... bueno, no, en alguna ocasión sí, pero normalmente no. No lo aguanto mucho rato, por ello el sol y yo no nos llevamos bien... yo lo ignoro y el me la devuelve quemando mi piel. Somos tal para cual.

Camino hacia la nevera cuando noto algo peludo y suave pasando entre mis tobillos, intento evitar el grito que surge de mi garganta, pero no puedo, pero pongo las manos en mi boca para que no suene tanto. Inclino la cabeza en busca OPSNI, Objeto Peludo y Suave No Identificado. Cuando lo veo, mis hombros tensos - estado hasta el momento pasado por alto - se relajan. Es un gato, un gordo y redondo gato, que sinceramente pienso que le seria mas fácil rodar que caminar. ¿Pero quien le dará tanta comida a un gato para estar así?
El gato, es un bonito gato color gris con ligeras manchas blancas, y con el hocico negro, además de unos bonitos ojos azules. El gato se me acerca, rondando de nuevo mis tobillos, frotándose entre ellos haciendo un recorrido en forma de 8. Me agacho de cuclillas y le acaricio. Normalmente los gatos no suelen ser tan sociables. Pongo mi mano sobre su suave y mullida cabeza.
- ¿De donde has salido tu? -murmuro
Y entonces caigo. La terraza. Ha entrado por la terraza abierta. Agarro al gato bola, apoyándolo sobre mi pecho, su cabeza perfectamente apoyada en la base de mi garganta. Camino hacia la terraza, reticente por culpa de mi enemigo natural: el sol. Pero es por bolita. Abro la puerta y salgo, buscando por donde habrá entrado bolita. Y lo veo, la terraza colindante. Suspiro y bolita se frota contra mi cuello.
- Es hora de llevarte a tu hogar - le susurro.
Vuelvo a entrar a mi apartamento, cerrando la puerta de la terraza tras de mí. Sin preocuparme por mi aspecto ni por la hora, cojo unas botas que es lo primero que pillo de mi armario. Y con mi pijama, un gato apoyado pacíficamente en mi pecho y con unas botas grandes, estilo militar, agarro mis llaves y salgo de mi apartamento. En el pasillo veo tres puertas además de la mía, dos son apartamentos, una las escaleras y también esta el ascensor. Adivino la puerta por la posición del apartamento.

Llamo. No sucede nada. Miro mi reloj y me doy cuenta que tengo que irme porque tengo que trabajar. Vuelvo a llamar. Una, dos, tres veces. Sigo insistiendo. Tengo prisa y me da igual si despierto a alguien y si ese alguien quiere echarme la culpa, que se la eche a bolita. Estoy a punto de volver a llamar cuando la puerta se abre, provocando que de un paso hacía delante. Lo primero que mis ojos ven es un pecho subiendo y bajando, por culpa de una respiración irregular. El pecho es masculino. Y además está húmedo, y no lo digo porque lo he tocado, si no porque brilla por estar mojado o sudado. Noto a bolita frotándose contra la base de mi garganta, y salgo de mi leve e inadecuada ensoñación. Subo la mirada, clavículas marcadas, hombros fuertes, garganta ancha, el movimiento de su nuez de adam, mandíbula levemente torcida, pero creo que es porque tiene la cabeza inclinada. Una leve barba de varios días, labios carnosos, formando una media sonrisa que genera un hoyuelo en su mejilla. Y lo más impactante unos poderosos y oscuros ojos verdes que me miran con curiosidad. Tiene el pelo húmedo. Sigo sin adivinar si es por culpa de una ducha o de hacer ejercicio. Me tienta mucho volver a bajar la mirada, me tienta a más no poder, pero no debo hacerlo... primero porque no es de buena educación, no soy ninguna pervertida que se queda mirando a los hombres con cuerpos de dioses de esa forma y segunda... PORQUE ES UN HOMBRE. Me doy un puñetazo mental. Nunca he reaccionado de una forma. Y desde lo sucedido, decidí que nada de hombres.

Los hombres son demonios. Los hombres son el mal. Los hombres convierten los sueños en pesadillas. No hay hombres príncipes pero si hombres demonios.

Cierro la boca, que ni sabía que tenía abierta, y agarrando a bolita con ambas manos se la doy. Y cuando veo que va a decir algo, salgo de su rango de visión y corro hacía mi casa, cerrando la puerta tras de mí. Estoy en shock. Ningún hombre me había dejado tan tonta. Niego con la cabeza. Nada de hombres.

Mi nuevo lema desde hace unos días: ODIAR A LOS HOMBRES.

...

Llego tarde. Es un asco. Y todo por culpa de bolita. Me visto con rapidez. Pantalones por las rodillas, un top que llega hasta el ombligo y una camiseta de tirantes grandes sobre el top, agarro mis converse color rojo fuego, mis llaves y la mochila, aunque no sin antes meter algo de comer dentro, no he desayunado y hay que desayunar. Agarro el casco de la moto y salgo pitando.

Bajo las escaleras, algunas de dos en dos, esquivando vecinos. Al llegar a la moto miro el reloj, puede que al final no llegue tarde... todo depende del tráfico. Me subo y arranco a toda velocidad.

...

Al llegar aun no ha llegado casi ningún niño.

La mañana pasa con fluidez. Definitivamente parece que me han hecho oficialmente la encargada de los bebés, y no me quejo, me gustan. Y cuando están en silencio es como tener paz. Además de que son adorables. Cuando consigo que todos estés dormidos, desayuno. Ya han pasado varias horas, así que más que un desayuno es un almuerzo, pero no me importa, estoy hambrienta.

Cuando estoy acabando mi fabuloso bocata de pavo, mi teléfono vibra. Sonrío es Lena.

- ¿Si?- Contesto, claro está, que en voz baja
- ¿Como te va? - Me pregunta directamente, está preocupada.
- Por ahora bien, me gusta el trabajo, gracias Lena... En serio, gracias.
- Sabes que haría cualquier cosa por ti, al igual que sé que harías cualquier cosa por mí. Y si eso significa mentir a la gente para protegerte por una gran razón sabes que lo haré.
- Lo estás haciendo. Serías una gran policía, amiga mía.
- Ya te digo, ver tantas series de detectives ayuda cuando menos te lo esperas - ríe
- Desearía ser tan fuerte como tu- susurro
- Eres fuertes Lex, eres la persona más fuerte que conozco, después de lo que te ha pasado, mírate, eres una superviviente.
- Si tu lo dices
- Algún día lo verás, dejarás en el pasado lo que pasó, lo superarás.
- Las pesadillas persisten Lena.
- Lo sé, cuando pueda iré a verte... las cosas por aquí estás bastante revueltas
- Me lo imagino
- Te están buscando, como locos. Pero no te van a encontrar, no lo permitiré Lex.
- No quiero que me encuentren, pero no quiero que te pase nada, sabes que es capaz de todo.
- Nunca lo hubiera imaginado Lex, pero tranquila, soy buena actriz -ríe - Tengo que colgar amiga, pero te llamaré.
- Besos

Cuelgo. Agradezco todo lo que hace Lena por mí, pero también me preocupa si le puede pasar algo. Ella siempre a sido cercana a mí. Por lo cual sería lógico que sospecharan que me hacía ayudado. Pero prefiero no pensar en eso... pero siempre vienen los malos pensamientos cuando no quiero pensar en ellos. Traicionan mi mente. Me atormentan.

El llanto de un bebe me saca de mi ensoñación. Me levanto de sofá de la habitación de los bebes donde estaba y me acerco a la cuna con rapidez, cojo al bebé y comienzo a mecerme al mismo tiempo que tarareo una nana.

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