Cambio de look | Imagina

A continuación tenéis un extracto de una de mis historias.

Un sonido intermitente de lo más molesto me despierta. Al principio no lo ubico... entonces me doy cuenta: es el timbre. Intento levantarme, pero no puedo. El timbre vuelve a sonar. Pero me siento como un animal varado en la costa que no pude moverse. ¿Cómo se me ocurriría dormir con la sabana envuelta totalmente a mi alrededor como un capullo de mariposa? Gruño y consigo liberarme. O eso creo. Salgo de la cama, pero antes de poder dar dos pasos, el gato que me mira fijamente desde mi salón me distrae y piso lo que queda de sábana en mis piernas y caigo al suelo. Provocando un sonoro ruido y un gemido de dolor por mi parte. El timbre vuelve a sonar. Me levanto del suelo, liberando mis piernas de la sábana maldiciendo, a la sábana, al gato, al timbre, al que lo inventó y al idiota que no deja de llamar.


Ya de pie, y siendo observada por un gato que parece la mar de cómodo en una casa que no es la suya, me dirijo hacía la puerta cuando el timbre vuelve a sonar. La abro de golpe, aun algo adormilada, con las rodillas y las manos doloridas, y por el dolor de cabeza que me está provocando el maldito timbre.
- ¡Qué! – grito
La mirada azulada de Lena, mi mejor amiga choca conmigo.
- Que no falte amabilidad- murmura mientras se acerca a abrazarme.
- Siento decirme que me has despertado, además de que me acabo de meter un buen ostión por culpa tuya- Le devuelvo el abrazo.
- Ya, ya... siempre culpa mía – ríe.
Me aparto y la dejo entrar en mi apartamento.
- Sabes que no deberías de haber venido ¿verdad? – le pregunto mientras me acerco al sofá, donde está bolita en una esquina, me siento.
- Lo se, pero estoy preocupada, y además si desaparezco unas horas tampoco pasa nada.
- Toda precaución es poca.
- Ya ... bueno, te cojo algo de beber – dice mientras desaparece por la puerta de la cocina- Por cierto, ¿te has comprado un gato? – grita desde la cocina.
Miro a bolita, que me mira fijamente, como si quisiera decirme algo telepáticamente, pero muy a mi pesar no hablo el idioma gatuno, por lo que simplemente comienzo a acariciarle. Lena entra de nuevo en el salón y se sienta a mi lado.
- ¿Y bien?
- AH, no, no es mío, no me he comprado ningún gato, se cuela por la terraza.
- ¿Así que has adoptado un gato?
- Por horas- sonrió.
Me mira, mira al gato, y una carcajada brota de su garganta.
- Me recuerda tanto al gato ese... naranja a rayas animado …
- Garfield.
- Si ese, es casi tan bola como Garfield
Me sonríe y se acerca al gato. Lena siempre ha sido una amante de los animales, por ello es veterinaria. Pero su sueño es tener un día una perrera donde cuidar perros y otros animales abandonados, aquellos abandonados y buscarles un nuevo hogar.
- Y ahora enserio Lena, ¿Por qué has venido?
Levanta la mirada del gato y saca algo del bolso.
- Es hora de cambiar de color.
Cuando lo veo sé a qué se refiere. Lo más gracioso de todo es que no quiere que me tiña el pelo de algún color natural o algo normal, quiere que use colores llamativos... como si eso me ayudara a pasar desapercibida, pero no voy a negar que no me agrada la idea. La cuestión es que ahora, mi pelo es normal, teñido de rubio y largo. Pero veo las tijeras para cortar el pelo en sus manos y sé que es hora de cortarlo.
- ¿De qué color? – Le pregunto mirando el bote de tinte, pero tapa el nombre del color.
- Sorpresa, sorpresa....
Su mirada y sonrisa son de alguien malvado. Suspiro y bueno, que se le va a hacer. Mi idea de pasear por mi nuevo hogar habrá que posponerla. Por lo que es hora a un nuevo cambio de look.
Varios minutos... una hora... casi dos horas después tengo mi pelo, de color y corte desconocidos para mí, enrollado en una toalla en mi cabeza. ¿Debería asustarme? ... Probablemente.
- Lena, enserio, sé que no has venido solo para hacerme un cambio de look.
Lena está limpiando el estropicio del baño. Ella no es peluquera, pero es buena con el pelo, su madre lo es. Deja lo que está haciendo y se gira. Su mirada es cansada. No sé cómo interpretarla.
- Siguen buscándote, tu padre te busca como un padre busca su hija ... y David... finge preocupación... pero lo veo en sus ojos, lo que reflejan no es preocupación es ira. – Se seca las manos con la toalla- Y no quiero que te encuentre Lex, no quiero que vuelva a pasar- deja la toalla y se acerca a mí- Pase lo que pase, no dejaré que te encuentre, y sigo pensando que habría que contárselo a tu padre.
- No – niego con la cabeza y vuelvo a salón – sabes que no me creería, es mi padre, pero es un padre ciego por las mentiras de David, todo el mundo lo ve como yo lo veía, nadie vería la verdad.
- Pero es tu padre Lex, y lo está pasando mal, él te ayudaría.
- Sabes que no, él y todos se creyeron lo del estúpido intento de robo, se creyeron lo de mi caída y lo del accidente de coche, todos creyeron las palabras de David, todos excepto tu Lena, no puedo confiar en nadie, y si esto – miro a mi alrededor – es como será mi vida a partir de ahora, que así sea.
Me mira con tristeza. Me acerco a ella y la abrazo.
- A pesar de todo yo siempre voy a ayudarte. Y cualquier novedad te la haré saber. Pero sabes que David me vigila.
- Me lo imagino, él siempre ha sabido que eres la persona en la que más confió, por eso, aunque me alegro de verte, no me gusta que hayas venido.
- No te preocupes, sabes que no hubiera venido si no supiera que es seguro - Me guiña un ojo- según sé, él, hoy estaba muy ocupado con el trabajo, por lo cual supe que era el momento de venir.
- Gracias.
- Y, por cierto- Vuelve a meter la mano en su bolso y saca un sobre – Ten.
Cojo el sobre y lo abro. Está lleno de dinero.
- Sabes que he conseguido un trabajo- intento devolverle el sobre.
- Ya lo sé, fue gracias a mí – medio bromea- pero tienes que coger el dinero, al menos para alguna emergencia. Y además no es mío, es tuyo.
- ¿Mío?
- Si, bueno es una larga historia, pero no sé si recuerdas, que nuestra abuela cuando nacimos abrió una cuenta con dinero, bueno ya que yo nací primero esa cuenta está a mi nombre, aunque el dinero sea de ambas, todo el mundo piensa que es solo mía, pero como ya dije es de las dos. Por ello, aquí hay una pequeña parte de la cantidad que te pertenece, que te ayudará para alguna emergencia.
No estoy segura de que decir. Ciertamente sabía de la existencia de la cuenta. La abuela siempre lo mencionaba... pero lo había olvidado.
- Gracias Lena, no sé qué sería de mí sin ti.
Me sonríe y vuelve a abrazarme.
- Eso nunca lo sabemos porque siempre estaré- se ríe- ahora tengo que irme Lex. Ya sabes cómo contactar conmigo sin que nadie sepa que eres tú.
La veo marcharse y me siento sola. Suspiro y me dirijo al baño. Es hora de la verdad. Me quito la toalla y mi boca se queda abierta de la sorpresa.
AZUL.
Mi pelo es azul.
No sé si reír o llorar.
Opto por reír.

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